En
realidad, el argumento es una adaptación de la Historia del Príncipe
Achmed y el Hada Paribanou que se encuentra en la obra magna de la literatura
medio oriental. El protagonista, con el apoyo de Aladino, la Bruja de la Montaña y un caballo
volador, debe conseguir la lámpara mágica, derrotar al malvado hechicero
africano y rescatar a la princesa Dinarsade. Las escenas culminantes son
aquéllas que muestran la lucha entre la Bruja y el Mago, el matrimonio de Aladino con la
princesa y el de Achmed con Pari Banu, si bien ésta luego coge una boa de
plumas que utiliza para convertirse en ave y retornar a su hogar.
Fue
la artista alemana Lotte Reiniger la autora de esta magia y del primer
largometraje animado que ha sobrevivido, el mismo que le tomó 3 años en
forjarlo. Una mujer llena de talento, se vio bendecida con un marido, Carl
Koch, que la apoyó siempre en toda su carrera de cineasta con la tecnología y la fuerza moral, con los
auspiciadores más reconocidos que siempre le proporcionaron las oportunidades
necesarias, y en sus inicios, con grandes maestros como Max Reinhardt y Paul Wegener. Ya a inicios de la década de 1920 había adquirido fama con cortos como El Flautista de Hamelin (1918) Cenicienta (1922) y La Bella Durmiente (1923), pero su gran oportunidad llegó en 1923. Más allá del arduo trabajo de poner en movimiento a 100,000 siluetas pacientemente elaboradas (junto a 250,000 imágenes individuales), en El
Príncipe Achmed la directora demuestra su genialidad tratando a las figuras
de modo que consigan representar a auténticos personajes, únicos, capaces de
esbozar una personalidad propia tan sólo con sus movimientos y los simples
perfiles de sus rostros. La expresividad, tan importante en los live-action y en futuras películas
animadas, es acá imprescindible, lo cual honra aún más a la obra. El erotismo
de la princesa Pari Banu es notorio con la sencilla agitación de sus manos,
mientras que la nariz inclinada del archi conocido Aladino constituye el
elemento que lo marca como un ser inferior a Achmed (más allá de las
circunstancias de la historia, en la que no exhibe demasiada astucia); este último,
presenta justamente un contorno semejante a un busto grecorromano, lo que
implica nobleza.
En
cuanto a la temática, Reiniger es increíble en su capacidad de mezclar la
aventura con el erotismo, e incluso la comedia. Ésta se percibe claramente en
la escena de la llegada de Achmed al país de las hadas en Wak-Wak, donde es
bienvenido con todas las ceremonias y se pasea de fémina en fémina,
plantándolas al final con mucha gracia cuando debe partir a proseguir su
misión. Una escena algo más romántica, pero con un tinte de humor, ocurre
cuando el príncipe descubre a Pari Banu bañándose con sus doncellas en la
laguna. El realismo mágico de la secuencia no puede ser mejor: no se necesita
demasiada imaginación para proyectar en la mente a una bella joven desnuda que
es espiada por un respetuoso noble al estilo oriental… las montañas chinas del
fondo transforman inmediatamente el panorama azulado en una vívida imagen que
nada tendría que envidiar a los filmes con una fotografía espectacular.
Quizás
ésa haya sido la intención de Reiniger con todo su gran trabajo, hacernos
trabajar la imaginación y que cada uno concibiera la historia desde su punto de
vista particular. Hoy en día, a casi 90 años de su estreno, no podemos dejar de
comparar al Príncipe Achmed con El Ladrón de Bagdad, Star Wars, El Señor de los Anillos y muchos otros clásicos de aventuras, los
cuales le deben mucho.
Lamentablemente, el productor Louis Hagen no pudo percibir los ingresos esperados, al punto que el filme tardó mucho tiempo en ser estrenado en Alemania, y sólo los contactos de la pareja de directores en Francia permitió su estreno en el vecino país galo. Cuando finalmente el público alemán pudo ver al Príncipe Achmed en las salas de cine, la asistencia fue un rotundo fracaso.
En los años subsiguientes, Lotte se dedicó nuevamente a los cortometrajes, sobre todo tomando material relativo a los cuentos de hadas, tanto orientales como europeos, en los cuales fue ganando mayor experiencia con el tema musical, exponiendo una sincronización casi perfecta con los movimientos de las siluetas. En 1936, estando en apogeo el régimen nazi, ella y su esposo aprovecharon su relación con el director francés Jean Renoir para marcharse a Inglaterra, si bien luego vagabundearon por varios países al desatarse la II Guerra Mundial; retornaron a Berlín en 1949, aunque unos meses después se instalaron por segunda vez en Londres. En la siguiente década produjo una nueva serie de animaciones con temática infantil (Los Tres Deseos, El Príncipe Rana), que se llegaría a transmitir en la TV norteamericana, pero para su mala suerte, ello no revirtió en utilidades financieras. En 1955 desarrolló su primera obra sobre fondo de colores (Jack y el Guisante), continuando con ello hasta 1963, año en el que murió su marido. Después de ello sólo dirigía ocasionalmente, sobre todo para la National Film Board of Canada durante los 70s; ya en ese entonces su principal labor era dictar conferencias y seminarios acerca de su arte. Ni siquiera ello le dio fortuna, pasando sus últimos días junto a un ministro que conociera en Dettenhausen (cerca de Tübingen), donde falleció y fue enterrada en 1981.
Lamentablemente, el productor Louis Hagen no pudo percibir los ingresos esperados, al punto que el filme tardó mucho tiempo en ser estrenado en Alemania, y sólo los contactos de la pareja de directores en Francia permitió su estreno en el vecino país galo. Cuando finalmente el público alemán pudo ver al Príncipe Achmed en las salas de cine, la asistencia fue un rotundo fracaso.
En los años subsiguientes, Lotte se dedicó nuevamente a los cortometrajes, sobre todo tomando material relativo a los cuentos de hadas, tanto orientales como europeos, en los cuales fue ganando mayor experiencia con el tema musical, exponiendo una sincronización casi perfecta con los movimientos de las siluetas. En 1936, estando en apogeo el régimen nazi, ella y su esposo aprovecharon su relación con el director francés Jean Renoir para marcharse a Inglaterra, si bien luego vagabundearon por varios países al desatarse la II Guerra Mundial; retornaron a Berlín en 1949, aunque unos meses después se instalaron por segunda vez en Londres. En la siguiente década produjo una nueva serie de animaciones con temática infantil (Los Tres Deseos, El Príncipe Rana), que se llegaría a transmitir en la TV norteamericana, pero para su mala suerte, ello no revirtió en utilidades financieras. En 1955 desarrolló su primera obra sobre fondo de colores (Jack y el Guisante), continuando con ello hasta 1963, año en el que murió su marido. Después de ello sólo dirigía ocasionalmente, sobre todo para la National Film Board of Canada durante los 70s; ya en ese entonces su principal labor era dictar conferencias y seminarios acerca de su arte. Ni siquiera ello le dio fortuna, pasando sus últimos días junto a un ministro que conociera en Dettenhausen (cerca de Tübingen), donde falleció y fue enterrada en 1981.
Duración:
65 minutos
País:
Alemania
Género:
Película animada
Director:
Lotte Reiniger (1899 – 1981)
Una obra maestra sin dudas. Hermosa. Nada que envidiar a lo que vendria despues... Disney, etc
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