Habían dos amores en su vida: Annabelle y su locomotora...
Buster Keaton debió quedar fascinado después de leer las memorias personales de William Pittenger con relación a un curioso suceso de la Guerra Civil en 1862, el robo de una locomotora llamada General, por parte de soldados de la Unión con el fin de sabotear las rutas de abastecimiento de los sureños. El gran director y comediante quiso cumplir su sueño y esculpió la que fue para él la más grande de sus obras, opinión que no es del todo compartida por la crítica, la cual suele preferir a Sherlock Jr. Aun así, se trata de una película icónica, uno de los más fuertes baluartes de la era muda, en la cual lo absurdo, los gags, la actuación del protagonista y el realismo de las secuencias constituyen sus puntos más fuertes.
En este último caso, la intención del director fue trasladarse a los estados de Alabama y Tennessee para rodar en los mismos paisajes donde ocurrieran los hechos sesenta años atrás, pero ello resultó imposible al no quedar rieles de vía estrecha. Por tal motivo, se trasladó a Oregón, en donde los paisajes calaban a la perfección con las descripciones de Pattinger. A ello se sumó su iniciativa para construir dos réplicas de las locomotoras del siglo XIX, la General y la Texas, la segunda de las cuales fue desbarrancada a propósito al hacerla pasar por un puente que realmente se estaba incendiando. Fue la toma más cara de toda la historia del cine mudo, pero a Keaton sólo le importaba que todo fuera lo más acorde a la realidad. Por ello, tampoco dudó utilizar nada menos que auténticos soldados como extras de las milicias de aquel entonces. En las escenas de acción, sobre todo en las persecuciones de locomorotas, no escatimó ningún esfuerzo ni dinero a la hora de levantar montajes perfectos (erigía casetas y luego ordenaba su destrucción parcial para que se aseejaran lo máximo posible a un escenario post-bélico). Huelga afirmar que él mismo se dispuso en las situaciones más peligrosas para que el guión se representara sin ningún efecto especial… quizás ése sea uno los factores que imprimen tanta grandeza a las películas de Keaton, esa búsqueda del realismo total.
La historia se inicia con un Buster que asume uno de sus clásicos roles, un hombrecillo con un trabajo simple (ingeniero de la General), enamorado de una hermosa mujer de clase acomodada, a la cual le resulta complicado conquistar. Cuando tiene ya un plan ideado, llegan las noticias de la apertura de la guerra civil; el hermano de su amada Annabelle se alista para el ejército confederado y él tiene que hacer lo mismo si quiere casarse con ella. Lamentablemente para él, el ejército considera que es más valioso en la estación ferroviaria y no le permite alistarse, algo que Annabelle no entiende ni cree, despreciándolo entonces por “cobarde” (naturalmente, para fines de una trama melodramática, Buster no hace ningún intento de demostrarle que dice la verdad). Un año más tarde, se produce el mencionado robo de la locomotora, momento en el que nuestro amigo aprovecha para aplicar todos sus conocimientos técnicos e iniciar una persecución tan osada como chocarrera: lo vemos así ir primero a pie, después en una carreta, luego en una peculiar bicicleta de la época y finalmente, en otra locomotora, la Texas. Escenas como la del cañón, en el cual mete la cabeza para ver por qué no dispara, para que un segundo después de retirarla, el proyectil salga casualmente directo a su objetivo, es insólita. Más adelante, tiene la oportunidad de probar su valentía rescatando a su querida, averiguando los planes del enemigo, disfrazándose de unionista y escapando con su adorada locomotora, asumiendo ahora el papel de perseguido.
¿Qué hace de esta película un emblema en la filmografía de Keaton? Quizás en esta ocasión, tenemos que el protagonista sabe exactamente lo que hace, es decir, es un experto en la materia de lo que está llevando a cabo, el manejo de las locomotoras. El personaje no se ve favorecido por la suerte en última instancia. Improvisa a partir de lo que sabe, no de circunstancias externas, y es su tenacidad y persistencia en aplicar sus conocimientos lo que le permite salir airoso. Pero precisamente esa inmersión en un mundo determinado constituye la causa de sus fracasos iniciales, al no tomar en cuenta los demás factores que ocurren a su alrededor (ni siquiera se da cuenta de la carga de caballería que se produce a su alrededor por fijarse únicamene en los mandos). Estas frustraciones ya se perciben desde el inicio cuando se le impide alistarse en el ejército. Parece ser que su vida estuviera destinada a estar siempre al lado de la General… y si quiere conseguir el amor de Annabelle, no podrá renunciar a la anterior. En otros casos hubiéramos visto a Keaton intentar convertirse en un combatiente a lo largo de toda la película, pero acá se resigna casi inmediatamente, tras unos cuantos vanos intentos. Y al final, será a través de la máquina a la que está inexorablemente ligado, y que en el fondo ama con toda pasión, como podrá ganarse la aceptación de la joven de sus sueños. Paradójicamente, será su excentricidad la que lo lleve al éxito, cuando en las demás ocasiones era precisamente el no ser un experto en nada su principal característica.
Tenemos entonces, por un lado, a un personaje distinto. Pero por otro lado, Johnny Gray sigue siendo el mismo de siempre, el hombre diminuto que nunca ríe ni llora, pero que no necesita de ambos para expresar con gran fuerza lo que está pasando por su cabeza y corazón. Quizás desde un punto de vista estrictamente cinematográfico no sea ésta la mejor de las películas de Keaton, pero podemos entender, dada la naturaleza del personaje (más allá de las locaciones y el realismo de las tomas), por qué era la preferida de su autor. Con ella, quiso demostrarnos a todos lo que había sido su vida… y particularmente, el rodaje de esta grandiosa producción.
Ficha:
Duración: 75 minutos
País: Estados Unidos
Género: Comedia
Director: Buster Keaton (1895 – 1966)
Reparto: Buster Keaton (Johnny Gray), Marion Mack (Annabelle Lee), Charles Henry Smith (padre de Annabelle), Frank Barnes (hermano de Annabelle), Glen Cavender (capitán Anderson), Jim Farley (general Thatcher).
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