14 de junio de 2012

FAUSTO (1926)

La hoguera ha sido prendida. El fin de Gretchen se acerca. Ha sido acusada de asesinar a su propio hijo, pero en realidad se trata de una cadena de desgracias que se abrió con la muerte de su madre y continuó con la de su hermano. Sola y desamparada, siempre ha ignorado que el verdadero causante de ese dolor ha siso Fausto... el joven galán seducido por Mefistófeles, que ahora, transformado nuevamente en un anciano, se acerca a las llamas y se funde con ella en cenizas. Ése es el triunfo del Amor sobre el Demonio...

  

Las expectativas de lo que llegó a ser la última película en la que Murnau y Jannings trabajaran conjuntamente, terminó siendo un fracaso total en la taquilla, al menos en Alemania. Muy distintas fueron las reacciones en Hollywood, adonde muy pronto los dos artistas se marcharían con sus maletas. La fuerte recesión alemana no era el único factor que ataba a sus casas a las clases medias germanas; también el conservadurismo relacionada a la pasión por el teatro. El cine no lograba cuajar en este grupo social, por lo que Fausto sólo tuvo éxito al otro lado de las fronteras. Por otro lado, la película es quizás muy larga y densa por momentos, centrándose demasiado en los aspectos emocionales, que si bien son importantes, podrían haber sido reducidos en buen grado. Asimismo, tanto el director como el productor se tomaron muchas libertades con relación a la obra de Göethe, especialmente en el sufrimiento trágico que nos demuestra Gretchen, en el flirteo casi ridículo de Fausto y en aquella escena cómica (la única adrede) en la que la mujer mayor quiere seducir nada menos que al mismo Satanás (¿por qué no usó sus poderes para deshacerse de ella?)
Lo que sí se denota con toda su amplitud es el brillante manejo del espacio por Murnau. Las reminiscencias expresionistas están por doquier, pero su punto álgido se encuentra en los decorados claramente falsos, especialmente cuando vemos al protagonista y a Mefistófeles viajando por encima de las montañas, bosques, praderas, etc. No existe la intención de brindar efectos especiales que aparenten todo real; el espectador precisamente debe darse cuenta que todo es falso, dando la sensación que posiblemente sea todo un sueño... o una pesadilla. Un rasgo muy claro del expresionismo... ¿es que acaso estamos viendo todo a través de la mente de Fausto? La dirección fotográfica juega entonces un papel crucial, puesto que desde diferentes ángulos los decorados cambian, y de ese modo podemos tener una ambigua idea de que sería lo "real" y que estaría dentro de la cabeza de aquél. 
El juego de luces y sombras no se queda muy atrás, valiendo admitir que muchos directores ulteriores se basarían en el gran artificio de Murnau en todas estas secuencias en las que la luz parecería enfrentarse a la sombra (algunas imágenes parecen reproducciones de Rembrandt). Naturalmente, la luz simboliza el bien que va retrocediendo hacia la sombra. Esta última surge al inicio del filme como las alas de Mefistófeles que cubren el pueblo en una visión apocalíptica y de ese modo ya somos conscientes que la maldad terminará imponiéndose. La desgracia de Gretchen es la mejor prueba de ello. Sin embargo, justamente al final son los dos personajes los que se conjugan entre las llamas, una fuente de luminosidad que casualmente, por única vez termina prevaleciendo sobre la oscuridad. Podría concluirse entonces que es la Bondad y el Amor los que triunfan... al menos para los dos amantes.
La actuación de Ekman (Fausto) no es precisamente la mejor y muchos creyeron en su momento que hubiera sido más provechoso una inversión de los papeles. Empero, Jannings disfrutó plenamente de su rol diabólico, tal como lo confesaría en una entrevista posterior. Sería en resumen su último gozo cinematográfico en su país natal. Al igual que varios de sus colegas, emigró a USA en el mismo año de 1926 para proseguir con los galardones que lo conducirían a ganar el primer premio a mejor actor de la Academia por El Último Mandamiento (1928). Murnau le siguió y tampoco se quedaría atrás, pero nunca más vovlerían a trabajar juntos.

  

Duración: 115 minutos
País: Alemania
Género: Adaptación Literaria
Director: F.W. Murnau (1888 - 1931)
Intérpretes: Gösta Ekman (Fausto), Emil Jannings (Mefistófeles), Camilla Horn (Gretchen), Frida Richards (Madre de Frida), Wilhelm Dieterle (Valentín), Yvette Guilbert (Marthe Schwerdtlein).

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