29 de agosto de 2012

LOS MUELLES DE NUEVA YORK (1928)

El amor puede surgir a veces en el lugar menos indicado y entre las personas que menos creen en él...

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El director Josef von Sternberg construyó en un estudio de cine un ambiente completo que representaba uno de los muelles del puerto de Nueva York, un lugar sólo conocido por el ajetreo existente durante el día... pero ignorado completamente por las noches. Muy pocos se aventurarían en sumergirse en las sombras y la niebla de las frágiles estructuras de madera que albergan a una colección de personajes cuya humanidad es presentada con todo detalle por el gran cineasta. Allí, el bar es el punto céntrico donde se reúnen hombres y mujeres que poco esperan de la vida, acostumbrados a llevar un trabajo que sólo les da para sobrevivir y alguna satisfacción para echarse unos tragos y unos bailes en sus rutinarias, monótonas y eternas noches. Borrachos que se portan mal con las mujeres, las cuales bien pueden acceder a sus toscos galanteos o simplemente rechazarlos. No hay límites de edad: desde jóvenes hasta hombres maduros y señoras de todo tipo. Conatos de bronca hay en todo momento y todos lo toman con normalidad. La gente es consciente de su incorrecto comportamiento, pero no le importa. Asimismo, la película no se amedrenta frente al erotismo e incluso podemos ver mujeres dándose besos en la boca. El peor castigo es ser expulsado del local, lo cual no se da a menudo. En fin, nos hallamos ante uno de los sectores del fondo de la pirámide social neoyorquina, pintado de forma magistral por un cineasta que gustaba de elaborar historias de gente común, alejándose de los típicos guiones dedicados a la élite y a los "grandes" de la Historia.
El protagonista Bill Roberts (interpretado con harta naturalidad por el genial George Bancroft) es un fogonero que no cree en sí mismo, vive malhumorado y su único pasatiempo es beber y seducir mujeres de vez en cuando. Un día salva a una chica llamada que quería suicidarse arrojándose al mar y sin que se percate, saca a la luz todo su lado bueno. Pero nuevamente renuncia a él, aunque en esta ocasión quiere jugar al matrimonio, por lo que arma una farsa de boda con la rescatada en medio del bar. Empero, al día siguiente finalmente deberá aceptar que ese juego en realidad era lo que más ansiaba y que en realidad, sin habérselo propuesto, se ha enamorado de su "esposa". En cuanto a ella (Betty Compson), siempre está mostrando su indiferencia ante todo, sabe que los esponsales no son más que un solaz de Bill, pero aburrida de todo, se presta a la jugada. Ella también descubrirá lo equivocada que estaba. Por último, tenemos a la pareja conformada por el administrador del barco, hombre que podría sentirse afortunado por su puesto, pero que sabe que fuera de aquél no es más que un "papanatas" en palabras de su peón Bill. Una frustración que él trata de remediar buscando mujeres, pero que no basta ni un poquito al descubrir a su propia esposa en brazos de un joven en pleno baile. Ésta se encuentra igualmente desquiciada, pero sienta sus esperanzas en la nueva pareja que se está formando.
Una realización al final de la era muda que explora al máximo varios de sus características; el juego de luces y sombras es notable, lo mismo que los rápidos movimientos de cámara que dinamizan las acciones en el bar (y que se tornan lentos en las habitaciones). Pero el gran mérito de esta obra es su realismo. Un argumento simple, pero con notables enseñanzas morales . Después de habernos paseado por un estrecho mundo cargado de pesimismo, nos estrellamos con un final feliz, cargado de esperanzas: Bill se lanza al agua para salvar a su mujer que está a punto de ser encarcelada; él admite ante el juez su culpa y simplemente le pide a Mae que lo espere. Palabras que nos aclaran la complejidad del mundo, el sufrimiento interno y la trivialidad de todo lo visible. "La verdadera belleza es invisible a los ojos" decía Saint Exupery, y al igual que el pastor que se encarga de celebrar la boda en el bar, nos terminamos dando cuenta de ello.

   

País: Estados Unidos
Duración: 76 minutos
Género: Melodrama
Director: Josef von Sternberg (1894-1969)
Reparto: George Bancroft (Bill), Betty Compson (Mae), Olga Baclanova (esposa), Clyde Cook ('Sugar' Steve).

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