31 de julio de 2012

BERLÍN - SINFONÍA DE UNA GRAN CIUDAD (1927)

El gran Walther Ruttmann (un pintor de profesión) nos presenta en cinco actos una ciudad hoy en día casi remodelada en su totalidad debido a las bombas de la II Guerra Mundial. Sin embargo, ya antes que estallara el conflicto, se trataba de la puesta en escena de la vida urbana con toda la naturalidad artística posible...

           
Un día, sólo un día común y corriente en el Berlín de 1927, el Berlín de la República de Weimar, sumido en la crisis de entreguerras en vísperas de la Gran Depresión y del encumbramiento nazi... La película puede explicarse desde dos puntos de vista muy distintos. Por un lado, se revela como un documento invalorable de la época, tanto desde el punto de vista histórico, como antropológico y sociológico. Empero, para los alemanes de esa época (y en general para todos los europeos), la antigua capital prusiana era símbolo de modernismo, de avant-garde, de  vida bohemia, crecimiento industrial, cosmopolitismo completo. Y de ese modo, cuando comienza el filme y vemos un cartel que dice: "Berlín, 15 km", el director expone el cambio que implica pasar del mundo rural al mundo urbano, de lo rústico a lo complejo, de lo antiguo a lo moderno... de lo natural, a lo artificial. Conforme la cámara nos muestra todo lo que se ve a través de la ventanilla del tren, percibimos como el campo va dando lugar a casas cada vez más apiñadas, a plantas industriales en el horizonte, a otras viviendas en construcción, a un cada vez mayor movimiento de la gente de los alrededores... y paralelamente, la cámara nos va enseñando paulatinamente a un ritmo más veloz, los motores de la locomotora, otro símbolo de lo urbanístico y el progreso. En fin, estamos abandonando la vieja Alemania por la nueva... por la de la postguerra, la republicana, la que está más cerca de París, Londres y Nueva York, que del militarismo de Bismarck o los palacios dieciochescos de St. Petersburgo y Viena.
Una vez que nos hallamos en la estación, pareciera que bajamos del tren y nos encaminamos a las calles aún vacías. La vida industrial puede ya estar en marcha, pero los negocios recién abren... algunos perros se pasean todavía libremente... uno que otro personaje deambula por aquí o por allá... por allí se ve a un vendedor de periódicos. Y de repente, todo se empieza a llenar de gente, que constituye el ambiente preferido de Ruttmann: grandes masas en movimiento, que entran a sus centros laborales, que suben a los tranvías... a ello se suma el tráfico vehicular que se cruza con las mismas construcciones (¿alguna influencia de Metrópolis?) y el típico ajetreo de los negocios, en especial las fábricas y sus máquinas laberínticas que se asemejan a seres vivos... ¿quizás esté tratando de entablar una asociación hombre-máquina, tal como lo efectuaría Chaplin en Tiempos Modernos algunos años más tarde? De todos modos, consigue sumergirnos dentro de esa avalancha humana y todos sus avatares rutinarios. Un movimiento que no se detiene de noche, porque ni bien se cierran las puertas de las tiendas y oficinas, se abren las de los centros nocturnos... y todo el dinamismo queda encerrado (algo que ya se denota a la hora del almuerzo, en el interior de los restaurantes). Cinco actos diferenciados, cada uno con su ritmo propio, pero que a la vez guardan varias semejanzas entre sí.
En suma, es el modernismo el que impera sobre todo, o mejor dicho la vida moderna y el futurismo sostenido por diversos pensadores italianos a inicios del siglo XX. Prácticamente no aparecen los grandes monumentos que cualquier turista visitaría; más que ausentes, lo que se pretende es que el espectador no sienta que está visitando Berlín, sino que está viviendo allí, es decir, que experimente la forma de vida de un berlinés de fines de la década de 1920. Asimismo, las tomas son raudas, lo que impide siquiera una breve identificación con alguno de los cientos de rostros que pululan por doquier. Es una realización de masas, de circulación, ya se trate de hombres o máquinas.
Podría concluirse entonces que la obra de Ruttman, pese a ser un documental, constituye un antecedente al cine de urbanidad. En diversas películas posteriores en las que se buscaba resaltar el ambiente urbano, los elementos predispuestos en este documental siempre estarían presentes, incluso en obras ultra modernas como Sin City. No son los humanos los únicos protagonistas de la "Gran Ciudad" en la que Berlín se había convertido. Hablaban todos: vehículos, máquinas industriales... e incluso la publicidad presente en todas las calles es un actor quieto pero activo de todo lo que ocurre. Los individuos por sí mismos pierden valor, pero su carácter humano sigue presente... en medio de todo, son perceptibles sus angustias, sus alegrías, sus necesidades. Una conclusión inherente: la urbanidad fragmenta actividades, pero a la vez unifica...

  

Pais: Alemania
Duración: 65 minutos
Género: Documental
Director: Walther Ruttmann

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