23 de junio de 2012

EL HERMANO MENOR (1927)

Harold quiere ir a la celebración del pueblo con la chica que ama, pero debe robársela al impuesto pretendiente... se acerca a la ventana y fastidia a su rival... éste se percata y corre a perseguirlo... lo distingue por su clásico sombrero de paja entre los matorrales... aguarda con una lampa para golpearlo... y descubre que era un cerdo quien llevaba el sombrero... ¿dónde está Harold? Pues detrás de él, llevando a la chica de la mano rumbo al pueblo...


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Una vez más, el gran Harold Lloyd nos ilumina y nos hace sonreír más de la cuenta en un film realmente delicioso. Como en la mayoría de sus películas, una vez más encarna al joven tímido de gafas que no es capaz de dirigirse a una chica guapa o de encarar a un grupo de matones. Solamente cuando ocurre un evento fortuito que lo saca de sus casillas, asume con valentía y heroísmo su papel de protagonista, pero más que el uso de la fuerza, es el empleo del ingenio y la inteligencia lo que marca la hora. Él mismo se sorprende al descubrir que dentro de sí había una personalidad oculta muy diferente, a pesar que las excentricidades se mantengan en todo instante.
En El Hermano Menor se manifiesta la fórmula ideal del cine de Lloyd: equilibrio de humor, sentimiento y acción en una historia bien elaborada con nuestro amigo como el hijo menor de una familia de vaqueros fornidos en alguna zona fronteriza del sur de Estados Unidos, quizás a fines del siglo XIX. Su padre, el sheriff Jim Hickory (Walter James), alardea de ser el hombre que hizo famosa a Hickoryville, mientras que sus dos corpulentos hermanos están dispuestos a seguir los pasos de su progenitor. Por el contrario, Harold se encuentra totalmente fuera de lugar en ese entorno, como un minino en una familia de leones (un intertítulo refiere que la cigüeña que lo llevó no podía volar por matarse de la risa). Siempre anda en una postura nostálgica, y es precisamente de ese modo como su suerte cambia: un día que su familia ha salido, se coloca el sombrero y la estrella de su padre, finge de sheriff, pero justo en ese momento aparece en la vía un circo, que confundiéndolo con la verdadera autoridad, le pide su firma para celebrar un espectáculo. Harold no sabe que hacer, accede a ello, pero desde entonces ya está comprometido y tendrá que comportarse a la altura. En el evento se sucede el caos, pero dentro del mismo Harold se prenda de la joven acróbata, que lleva a su casa a dormir. A partir de allí se inicia una de las secuencias más destacadas de la película, un juego prolongado del gato y el ratón entre los dos hermanos mayores y el menor, quien siempre se sale con la suya, sobre todo cuando se pone la casaca de su padre y consigue engañarlos. El potencial de la bufonada es brillante.
Ya en el tercer acto Harold debe salvar el honor de su familia, acusada de robo, persiguiendo al verdadero por todas partes, incluso a bordo de un barco a vapor, una de las escenas más inolvidables de toda la obra. La lista de gags y salpsticks es interminable, a pesar que existen menos que en la archi famosa Hombre Mosca (1923). La crítica es favorable a este filme por tratarse del trabajo más equilibrado de Lloyd, en donde se mezclan todos los aportes de su carrera: ternura, ingenio, sarcasmo, valentía, etc. Vale la pena añadir que la actriz Jobyna Ralston, quien tantas veces trabajara con Lloyd, asume su papel de forma exquisita; de algún modo se parece a su galanteador, con la diferencia que en su condición de mujer puede sacar más provecho de su condición de joven ingenua. Para muchos estudiosos del cine, fue en esta realización donde ambos se combinaron mejor. Sin embargo, no sería el punto álgido de su carrera, porque aún tendría mucho más que brindarnos. 
Habiendo ya fundado su propia compañía, Lloyd supo adaptarse de maravilla al cine sonoro e incluso sus últimas películas de la era muda las dotó de sonido sin mayor problema. La Vía Láctea (1936) fue la más importante de la década de 1930 y la que redondeó su fama. No obstante, poco después comenzó a vender las propiedades de su estudio y optó por dedicarse a las comedias de radio, con breves apariciones en la pantalla durante los 40', las mismas que poco a poco fueron disminuyendo hasta el definitivo retiro en 1947. De todas formas, participó posteriormente en shows televisivos, siempre haciendo reír al público y ya haciendo notar la fatal herida de la mano que le fuera provocada durante el rodaje de El Hombre Mosca. En 1953 recibió un Óscar honorario y en los 60' llevó a cabo compilaciones de sus obras de la época muda, lo que renovó el interés por su persona, muy disminuido con relación a Keaton y Chaplin. Murió de cáncer a la próstata en 1971, siendo enterrado en el Forest Lawn Memorial Park Cementery de Glandale, California.

  

País: Estados Unidos
Duración: 84 minutos
Género: Comedia
Director: Ted Wilde (1889 - 1929)
Reparto: Harold Lloyd (Harold Hickory), Jobyna Ralston (Mary Powers), Walter James (Jm Hickory), Eddie Boland ("Flash" Farrell), Frank Lanning (Sam Hooper).



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