20 de junio de 2012

METROPOLIS (1927)

Cuando el cine mudo entraba a su última etapa, Fritz Lang sacó a la luz una de las mayores obras maestras del séptimo arte. Una ciudad futurista y moderna por la fachada que esconde en su interior una aterradora realidad, pero que se sumerge en las profundidades del pasado en busca de una respuesta...

          Metropolis still #8

Si El Gabinete del Dr. Caligari es un homenaje al expresionismo pictórico, Metrópolis lo es al arquitectónico.  El rol de los enormes rascacielos, coronados por una nueva Torre de Babel y surcados por automóviles y aviones en un mundo futurista y postmodernista, es crucial para el relato de una historia algo trivial, pero en la que subyace la crítica a un sistema capitalista opresivo y a su contraparte soviética, que en realidad parecía no distar demasiado del anterior. En resumen, era un mundo dividido: arriba viven las clases privilegiadas, mientras que en un mundo subterráneo los obreros, base para el funcionamiento de la gran metrópolis. Pero todo cambiaría el día en el que dentro de la gran estructura un científico loco construya a un clon robótico que se haga pasar por María, la predicadora de la clase obrera. De todo este conglomerado de tópicos psicológicos y sociales, se elaborarían numerosas obras a lo largo del siglo XX, entre las que podemos mencionar a Frankenstein (1933), Tiempos Modernos (1935), Westworld (1973), Blade Runner (1982) y El Quinto Elemento (1997).
Fritz Lang debió concebir la estructura de su mayor producción de la era muda durante su estancia en Estados Unidos, quizás impresionado por Manhattan y otras ciudades similares. Ya de regreso en Alemania, su esposa Thea von Harbou le ayudó con el guión, pero lo grandioso de todo fue la capacidad del director para combinar en una sola producción tres facetas de la historia humana: el ocultismo antiguo y medieval, la crisis del mundo capitalista de su época (especialmente en la Alemania de los 20') y una visión futurista. Todos estos elementos entran en pugna, cuando el hijo del magnate desciende desde el mundo utópico de las alturas y reemplaza a un obrero dentro de la dura realidad que se asemeja a la Europa y Norteamérica de 1926. Ya poco después, desciende a las catacumbas y conoce a María, quien de algún modo nos hace recordar a las reuniones secretas de los primeros cristianos en las profundidades de la antigua Roma. Y es precisamente desde este núcleo de la urbe donde se desatará el caos promovido por una androide, creación de un hombre que actúa movido por los celos. La falsa María manipulará a su antojo a los trabajadores, conduciéndolos a inundar la ciudad y detener todo, hasta que la verdadera María, como una especie de "redentora" diplomática, solucione todo. En ese final feliz tenemos quizás plasmadas las ideas de Lang y de muchos otros que temían el crecimiento de la influencia soviética en el mundo; todos  ellos reconocían los defectos del sistema capitalista, pero consideraban que sólo se llegaría al fin de los problemas a partir de un arreglo pacífico entre explotadores y explotados... un idealismo que hasta la actualidad no se consolida plenamente.
La película, muy aplaudida desde el punto de vista técnico, tuvo numerosas críticas con relación a los aspectos sociales y políticos que manifiesta. En la siguiente década hasta se le llegó a satanizar cuando la guionista se convirtió en integrante del Partido Nazi, y tanto Hitler como su Ministro de Propaganda Goebbels utilizaban la obra como fuente de inspiración para la promoción de su ideología. Pero en general, se sostenía que la "solución" a los problemas del capitalismo era extremadamente cándida, a lo que Lang respondió que nunca había sido su intención brindar una moraleja o algo por el estilo. Su principal intención fue mostrar un mundo de máquinas que es el que se impone en la sociedad, más que una lucha de clases. Ello quedó claro a lo largo de los 310 y 60 noches que duró el rodaje. Lang fue muy meticuloso en todos los aspectos, sobre todo en los decorados para los que cada carro y avión en miniatura supo ser colocado en escena a través de la técnica del stop-motion. Para algunas escenas monumentales, el empleo de espejos que reflejaban la parte artificial, resultó ser magistral, lo cual se percibe especialmente en la corta secuencia de la carrera olímpica, diseñada por el experto Eugen Schüfftan. Un caso parecido es el de la máquina principal, que en el sueño del protagonista (Freder), se convierte en el dios fenicio devorador de niños, Moloch. Reminiscencias bíblicas y de Cabiria (1914) están también presentes. Finalmente, la secuencia en la que el robot es transformado en un androide, con el mero uso de flashes y efectos simples de luces, constituye un ícono de la ciencia ficción.
Por otro lado, en lo que Lang sí fue duramente criticado muy aparte del significado de la historia, fue su extremo realismo durante el rodaje. Se dice que mantuvo durante horas a 3600 extras en el agua para filmar el momento de la inundación, en tanto que para la "destrucción" de la falsa María, hizo encarar a la actriz (Briggitte Helm) con llamas de verdad que bien pudieron causarle quemaduras perennes. De todos modos, la actuación de esta mujer es excepcional, desarrollando dos papeles tan distintos de una forma muy natural. Gustav Fröhlich encarna también un cambio substancial y paulatino, mientras que el genial Rudolf Klein Rogge (el famoso Dr. Mabuse), si bien no aparece mucho, le cae como anillo al dedo el rol de científico loco (incluso puede afirmarse que Lang se inspiró en su siniestro personaje al momento de plantear al personaje).
En fin, una película centrada en lo real y artificial, en la lucha entre ambos, que al final parece decantarse con un apretón de manos, supremo ideal cristiano que al parecer resulta siendo el gran triunfador. Sin embargo, el que no fue tan triunfador fue la UFA cuando los ingresos apenas llegaron a un séptimo de los costos de producción, un desastre que afectó a toda la industria cinematográfica alemana. Ello conllevaría al rompimiento de la alianza con la MGM y la Paramount y a que en algunos años el estudio cayera en manos de los nacional socialistas, con el consecuente desprestigio del cine alemán en la década de 1930. Y mientras tanto, se trataba de llevar a la gente al cine a como diera lugar, en especial recortando el filme a niveles ridículos. Tales cortes se incrementaron con la exportación y las diversas partes desechadas se fueron perdiendo por todo el mundo. Recién en 1984 se pudo llevar a cabo una remodelación, pero de todos modos un cuarto de la producción parece que se ha perdido definitivamente. No obstante, sería muy difícil encontrar comentarios negativos respecto a una obra maestra que sigue fascinando a cualquier fanático del cine: ideologías encontradas entre el comunismo y el fascismo, impregnadas en cierto caso de un misticismo que nos lleva hasta el Antiguo Testamento, temas de robótica, postmodernismo, Art Deco... todo un eclecticismo que a veces encarna más lo que es la vida misma...

Metropolis still #13   

País: Alemania
Duración: 14 minutos
Género: Ciencia Ficción
Director: Fritz Lang (1890 - 1976)
Reparto: Alfred Abel (Johan Fredersen), Gustav Fröhlich (Freder Fredersen), Briggitte Helm (María / Robot), Rudolf Klein-Rogge (Rotwang), Fritz Rasp (Slim), Theodor Loos (Josafat), Erwin Biswanger (N° 11811), Heinrich George (Grot).

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