3 de enero de 2012

SHERLOCK JUNIOR (1924)

¿Representa el cine una excusa para el escapismo en la vida cotidiana? Es un tema sujeto a un arduo debate, pero que Buster Keaton, en la primera de sus tres mayores obras, lo expone como argumento tácito y central.

File:Keaton Sherlock Jr 1924.jpg      
La historia es aparentemente muy sencilla: un proyeccionista de bajos ingresos intenta conquistar a la chica de un hombre más acaudalado, y resulta siendo burlado por su rival, un pillo que se las ingenia para hacer creer a la familia de la cortejada que ha sido Buster quien robara el reloj del padre, cuando en realidad había sido él mismo. El triste protagonista retorna a su rutina diaria en el cine donde trabaja… pero entonces ocurre lo impensable. La película proyectada se llama “Corazones y perlas”, la misma que sirve como atmósfera para que nuestro amigo cumpla con sus sueños de detective privado y a la vez, conquiste a la mujer de sus sueños. Durmiéndose durante la proyección, su espectro se levanta, se dirige a la sala, en donde la pantalla se encuentra planta de forma tal que nos hace parecer más un escenario teatral que una sala de cine. Magistralmente, con una cámara muy bien situada de forma equidistante a la audiencia y al grupo musical que anima la sala de cine, vemos a Buster que se entromete a la pantalla, en donde los personajes se han convertido repentinamente en los personajes de su vida real. Su rival (en el filme un mafioso) lo expulsa de una patada nuevamente a la sala de cine, pero en la siguiente oportunidad sí consigue entrar… y es entonces donde nos encontramos frente a una secuencia de escenas absurdas, pero que a la vez nos explican claramente qué es el cine en realidad.
Se inician una serie de tomas en las que el trabajo de edición es soberbio. De repente vemos a Buster dando un paso hacia adelante dentro de la casa de su novia (una mansión en la película dentro de la película) y en un cerrar de ojos está en el jardín… quiere sentarse en un tronco, pero termina cayéndose en la cuneta de una concurrida calle; está trepando para salir y en segundos lo vemos escalando un nevado… y cuando quiere inspeccionar el lugar se percata que está en una jungla con dos leones a cada costado; quiere salir de allí, pero descubre que está cruzando un desierto que casualmente se transforma en el mar y él, sentado en las rocas de un arrecife… quiere escapar de allí zambulléndose en el agua, pero aterriza en la nieve. ¿Qué significa todo este trabajo genial de actuación y edición? Probablemente que el cine nos puede llevar de un lado a otro, sin importar fronteras espacio-temporales, pero que todo resulta un caos sin lógica si es que no existe argumento en el rodaje. Y es precisamente allí cuando se inicia la verdadera historia de “Corazones y perlas”, una película dentro de la que nosotros estamos viendo… justo en ese momento parece que nosotros entramos al primer nivel, al escenario de la sala de cine en donde trabaja Buster.
En esta historia el proyeccionista ha cumplido con su sueño de ser detective, dispuesto a desentrañar el misterio de las perlas robadas en la mansión de su amada (el ladrón no es otro que su rival en la vida real, pero esta vez secundado por el mayordomo y diversos compinches a lo largo de toda la ciudad). Las bromas y los trucos cobran valor cuando nos hallamos dentro de un argumento plausible… y con mayor razón cuando reparamos que Sherlock Jr. es capaz de convertir todas las adversidades a su favor, ya sea por iniciativa propia o por pura suerte. Lo vemos escapar entonces de brebajes envenenados, de bolas de billar explosivas, de una motocicleta descontrolada (la mejor escena de todo el filme) y de un automóvil que se está hundiendo en una laguna y que él permuta en una barca con la cual se pasea con su amada ya conquistada. Y a eso se agrega la inalterable seriedad de Keaton que provoca más gracia frente a tantas situaciones bufonas.
Las alegorías de esta película son incontables, pero lo que más llama la atención es la ejecución de las secuencias con unos medios que muy pocos cineastas podrían imitar en la actualidad. La ausencia de efectos visuales modernos nos hace ver como auténticas todas estas escenas en las que se explotan todas las cualidades del cine, que en ese momento parece entrar en una especie de limbo en donde lo sonoro y lo mudo ya no interesan. Ya no sabemos dónde estamos… al ver a Buster meterse a la película, nos sentimos repentinamente que nosotros también entramos y nos vemos sumergidos en un nuevo mundo. Y cuando se produce el despertar del protagonista, aún seguimos sumergidos, aunque en otro nivel. Él mismo se da cuenta, y de este modo comienza a imitar a los personajes de “Corazones y perlas” cuando su querida entra a la cabina a disculparse, una vez que ella sola ha descubierto el ardid del bribón. Cuando en la película el galán abraza a su novia, Buster hace lo mismo; cuando la besa, igual; pero cuando la toma cambia a otra en la que aparece la pareja con unos bebés, entonces nuestro amigo está confundido…

      

Ficha:
Duración: 44 minutos 
País: Estados Unidos
Género: Comedia
Director: Buster Keaton (1895 – 1966)
Reparto: Buster Keaton (proyeccionista/Sherlock Jr.), Kathryn McGuire (la Chica), Joe Keaton (el padre de la Chica), Erwin Connelly (mayordomo), Ward Crane (villano).

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