10 de agosto de 2011

EL GRAN ROBO DEL TREN (1903)

El Western es un género que nace con el cine... es un producto estrictamente especial del séptimo arte. A inicios del siglo XX, las historias de asalto de trenes, dramas de salón, vaqueros enfrentándose a indios... y todo ello que hoy en día lo vemos como pasado y archivado, en ese entonces aún formaba parte de la vida diaria de gran parte de los Estados Unidos. Veamos cómo se inició...


             

Al inglés James Williamson debemos la alternancia dramática de escenarios, que alejó a la narrativa cinematográfica de la vía teatral de Mélies. Asimismo, este ex farmacéutico comenzó a usar el primer plano como trucaje e introdujo la característica de la persecución, típica del cine de acción. La movilidad de la cámara y el montaje fue compartido también por los primeros cineastas norteamericanos. Eran tiempos de guerras de patentes: Edison quería eliminar a toda costa a todos sus competidores y la lucha no cejaría sino hasta 1908 en un banquete en el que se creó un trust internacional, la Motion Picture Patents Co., al mando del mismo Edison. En Europa, especialmente en Francia, la lucha no era menor. Charles Pathé conformaba el primer imperio cinematográfico con la producción de películas y aparatos relacionados; además, contó con el respaldo de Ferdinand Zecca, director que siguiendo parcialmente a Mélies, elaboró fantasías algo más realistas, dedicadas al pueblo y no tanto a quienes sólo deseaban sonreír. León Gaumont fue uno de los más peligrosos competidores de Pathé y al igual que su rival, abrió sucursales por toda Europa e incluso en Calcuta y Singapur. Ninguna industria francesa, con excepción de la militar, había crecido tanto en tan poco tiempo.
Así como Pathé tuvo a Zecca, Edison tuvo a Edwin Porter (fotografía de la izquierda), marinero escocés, telegrafista e ingeniero electrónico, especialista en el diseño de proyectores y otros mecanismos de la incipiente industria del cine, quien inicialmente contribuyó a las inescrupulosas acciones de su director, apropiándose de obras de Mélies. Empero, quiso brindarle valor agregado y comenzó a realizar obras de ficción o semi ficción diversas, cobrando notoriedad su película acerca de la vida de un bombero (“Life of an American Fireman”, 1903) y su documental sobre el asesinato del Presidente McKinley en 1901. Pero su obra magistral fue “The Great Train Robbery”, en la que dejó muy claro que si Méllies había sido el inventor de la ciencia ficción y la puesta en escena, Porter lo fue del Western, pero en realidad… de muchas cosas más.
Quizás lo que más llamó la atención de su obra fue el haber presentado a la audiencia escenas simultáneas. Si bien cada toma va una detrás de la otra, se sugiere que varios de los hechos ocurren al mismo tiempo. Por ejemplo, el intercambio de disparos con el vigilante del correo en el interior del vagón va a la par con la lucha con el encargado de apagar el fuego en los altos del tren; asimismo, la liberación del jefe de la oficina de telégrafos por su hija, es sincrónica con el mismo asalto del tren. De allí que los asaltantes sean descubiertos con tanta rapidez una vez que abandonan la locomotora previamente desenganchada del resto del ferrocarril. El drama y el vértigo de la acción son reparados sin necesidad de intertítulos, lo que implica un excelente manejo de los montajes y de la narración a través de imágenes.
Otras de las novedades del filme fue la grabación en exteriores y en el estudio (oficina de telégrafos, interior del vagón y salón de baile). El close-up de la parte final en la que vemos al jefe de los ladrones disparando hacia la audiencia fue todo un evento que según la leyenda (algo jalada de los pelos como la del estreno de los Hermanos Lumiere), suscitó que algunos de los espectadores dispararan hacia la pantalla. Empero, no fue ésta la única escena de su tipo, porque a lo largo del cortometraje observamos diversas tomas “en profundidad”, en contraste a las escenas “de frente” clásicas del cine de Mélies y que aparentan más un teatro filmado. Porter fue el primero que comenzó a explotar a lo grande todas las posibilidades que el cine tenía per se. No tardarían en imitarlo muchos, convirtiéndose Griffith en el que lo llevara a su punto álgido. Finalmente, muchas de las escenas pasaron a formar parte del acervo cultural del Western, una creación auténticamente norteamericana. Respecto al actor Anderson, quien pronto tomaría como nombre el de “Broncho Billy”, se convirtió en la primera figura de este género, que no sería aceptado como tal hasta unos años después (debe tomarse en cuenta que los robos de trenes eran la norma hacia el 1900).
La herencia de Porter fue bien acogida por diversos productores y directores norteamericanos. Muy pronto la Vitagraph y la Biograph comenzaron a desarrollar películas del mismo tipo, y de paso, a contar con su repertorio particular de artistas, cuyos rostros eran debidamente explotados por las tomas en close-up. Entre tanto, en Europa el cine comenzará a anquilosarse en los tradicionales temas bíblicos y de las obras de teatro y novelas clásicas, siempre rodados en interiores, jalando la atención más por los actores (siguiendo un estilo teatral llamado film d'art), antes que aprovechar los beneficios de la filmación en el exterior y los temas novedosos que ya brotaban al otro lado del Atlántico.
¿Y Porter? Pues bien, al igual que los demás se volvió repetitivo y regresó a lo suyo: la tecnología del cine, llegando a ser presidente de una empresa manufacturera de proyectores. En los primeros años de la década de 1910’ fundó una serie de compañías en asociación con algunos colegas, pese a que en 1915 definitivamente dejó de hacer filmes. Finalmente, en 1925 abandonó totalmente el mundo de los negocios. Murió en 1941. Por su parte, Anderson actuaría en numerosas películas entre 1903 y 1920, siendo además guionista y director. Luego entró al semi-retiro, hasta su deceso en 1971 a los 90 años.


   

Ficha:
Duración: 12 minutos      
País: Estados Unidos
Género: Western
Director: Edwin Porter (1870 – 1941)
Reparto: George Barnes (Bandido), Gilbert “Broncho Billy” Anderson (Bandido), Marie Murray (bailarina), Frank Hanaway (Bandido), A.C. Abadie (Sheriff).

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