El éxito económico de “El Nacimiento de una Nación” atrajo las miradas de los financieros de Wall Street, quienes facilitaron la conformación de la Triangle Pictures Co., dentro de la cual fue incorporado Griffith. Así, el magistral director pudo entonces realizar la mayor de sus súper producciones, “Intolerancia”, que llegó a superar con creces en presupuesto de la anterior, alcanzando los 2 millones de dólares, equivalente a 40 millones actuales, una cifra insuperable en toda la historia del cine.
La idea inicial surgió de un informe proveniente de la Comisión Industrial Federal respecto a las huelgas de 1912 y al huelguista acusado de haber asesinado a su patrono. Ello bastó a Griffith para elaborar una historia, siempre esquematizada, que finalizaba con su clásico salvamento de último minuto, aunque en esta ocasión le realizó un agregado excepcional. Decidió introducir de forma paralela tres episodios históricos que tuvieran relación con las intolerancias religiosas que tanto habían afectado a la humanidad, de paso que se libraba parcialmente de las numerosas acusaciones de “racista” por su producción anterior. Tenemos así cuatro relatos resultantes: la huelga laboral contemporánea en Estados Unidos, que es el mejor desarrollado y el más convincente; la matanza de los hugonotes en la Noche de San Bartolomé en la Francia de 1572, historia un poco ligera, pero muy bien manejada técnicamente; la vida de Cristo, endeble y convencional; y la caída de Babilonia en el 539 a.C. a manos de Ciro el Grande a causa de los enfrentamientos entre los sacerdotes de Baal e Ishtar.
Fue este último episodio el que demandó la mayor cantidad de presupuesto. Inspirándose principalmente en “Cabiria”, Griffith empleó todos los recursos técnicos y artísticos disponibles que se saldó con una puesta en escena impresionante, unos decorados que se alzaban enormes al costado de la ciudad de Los Ángeles, unos muros babilónicos que llegaron a alcanzar los 100 metros de altura y el manejo de más de 16,000 extras para la escena de la batalla entre persas y caldeos, la misma que a su vez fue filmada desde un globo. Cuentan las anécdotas que se requirieron miles de cocinas de campaña que normalmente se utilizaban para las campañas militares. Y para lograr toda esta grandilocuencia, el director echó mano de todo un estado mayor de ayudantes, algunos de los cuales llegarían a ser muy pronto directores famosos, como Erich von Stroheim (que incluso hace el papel de fariseo) y Tod Browning. En el reparto participaron Lilian Gish, Mae Marsh (actuación excepcional), Constante Talmadge y Elmer Clifton, mientras que como secundarios hacían sus apariciones Douglas Fairbanks, Collen Moore y Monte Blue. Vale aclarar, de todas formas, que una vez más los personajes están idealizados dentro de conflictos folletinescos y elementales, lo que implicaba una psicología muy rudimentaria, alejada de una auténtica caracterización humana.
Las cuatro tramas están enlazadas por la imagen de una mujer que mece una cuna (Gish). Y a medida que las historias iban llegando a su clímax, Griffith hacía más rápido el montaje alternado, con secuencias cada vez más cortas, y creando una tensión hacia el desenlace de las cuatro historias, que naturalmente, finaliza con una persecución y rescate de último momento en la historia contemporánea (la única que acaba en final feliz) y el desenlace fatal de las protagonistas en medio de escenas de acción y combate, tanto en la Francia del siglo XVI como en la Babilonia del Antiguo Testamento. Fue el punto álgido de las escenas paralelas que el director llevaba ejercitando desde sus primeros cortos en 1908. Adicionalmente, se utilizaron todas las técnicas ostensibles en “El Nacimiento de una Nación”. De allí que la aportación de esta película, junto a las gigantescas proporciones arquitectónicas que serían heredadas en cierto grado por Cecil B. de Mille, fuera substancial, principalmente para el cine del constructivismo de la Unión Soviética. La escuela del montaje de atracciones del cine soviético de Lev Kuleshov, Dziga Vertov, Einsestein, Pudovkin o Dovienko, se desarrolló en parte gracias al estudio de esta magna obra.
Las cuatro tramas están enlazadas por la imagen de una mujer que mece una cuna (Gish). Y a medida que las historias iban llegando a su clímax, Griffith hacía más rápido el montaje alternado, con secuencias cada vez más cortas, y creando una tensión hacia el desenlace de las cuatro historias, que naturalmente, finaliza con una persecución y rescate de último momento en la historia contemporánea (la única que acaba en final feliz) y el desenlace fatal de las protagonistas en medio de escenas de acción y combate, tanto en la Francia del siglo XVI como en la Babilonia del Antiguo Testamento. Fue el punto álgido de las escenas paralelas que el director llevaba ejercitando desde sus primeros cortos en 1908. Adicionalmente, se utilizaron todas las técnicas ostensibles en “El Nacimiento de una Nación”. De allí que la aportación de esta película, junto a las gigantescas proporciones arquitectónicas que serían heredadas en cierto grado por Cecil B. de Mille, fuera substancial, principalmente para el cine del constructivismo de la Unión Soviética. La escuela del montaje de atracciones del cine soviético de Lev Kuleshov, Dziga Vertov, Einsestein, Pudovkin o Dovienko, se desarrolló en parte gracias al estudio de esta magna obra.
Sin embargo, no todo fue color de rosa. La crítica subrayó en muchos casos que el público percibía la ubicuidad espacio-temporal como un rompecabezas histórico caótico, el cual no conseguía comprender del todo, lo cual resultó cierto. El público europeo, ya acostumbrado a la acción más simple del western de Ince y al suspenso de los seriales, no supo valorar un film vanguardista que se adelantaba muchos años a la dramaturgia visual imperante. Y esto porque la estructura era demasiado compleja y la pretensión intelectual y moralizante de crear una reflexión abarcando toda la historia de la humanidad, fue mal entendida por quienes pedían al cine entretenimiento, intriga y emociones por encima del comentario moral. A ello había que agregar el mensaje pacifista que se manifestaba en las cuatro historias, lo cual fue rezado por una Europa ya sumergida en un conflicto mundial al cual aún no estaba dispuesta a renunciar; los sectores proclives al intervencionismo en Estados Unidos tampoco gustaron del mensaje que Griffith pretendía inculcar en las mentes de los espectadores.
Evidentemente, todo esto determinó que “Intolerancia” fuera un rotundo fracaso económico del cual su director jamás se recuperaría, dado que corría con todos los riesgos de la producción. Cuentan también que no hubo siquiera dinero para retirar los decorados, los cuales empalidecieron cual una nueva Babilonia en ruinas en medio de Hollywood. Ello trajo como consecuencia que de ahora en adelante fueran los productores quienes dominaran la industria cinematográfica en Estados Unidos, aprovechando el star-system (lanzamiento de “estrellas” de cine) para promocionar las películas y consolidar así pingües ganancias. Era el inicio de la clásica y tradicional disyuntiva entre cine de entretenimiento frente al cine netamente artístico. Y el descalabro de la industria en Europa por las devastaciones de la Gran Guerra, representó una oportunidad única de Hollywood para atiborrar casi todo el mercado.
Ficha:
Ficha:
Duración: 197 minutos
País: Estados Unidos
Género: Cine épico
Director: D. W. Griffith (1875 – 1948)
Reparto: Mae Marsh (La Querida), Robert Harron (El Chico), Lilian Gish (la Mujer que mueve la Cuna), Howard Gaye (Cristo), Margery Wilson (Ojos Marrones), Constance Talmadge (la Chica de la Montaña), Alfred Paget (Baltasar), George Siegmann (Ciro), Josephine Crowell (Catalina de Médci), Tully Marshall (Sumo Sacerdote de Baal), Vera Lewis (Mary Jenkins).
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