11 de agosto de 2011

CABIRIA (1914)

En el año 218 a.C. el general cartaginés Aníbal llevó a cabo la gran proeza de atravesar los Alpes con un ejército que incluía elefantes. 21 siglos más tarde, el genial director italiano Giovanni Pastrone ejecutó la misma hazaña, con el fin de brindar el mayor realismo posible a su obra cumbre, "Cabiria"

   

En una época sin efectos especiales, el cine italiano que aún estaba en pañales, nos conduce a los mismos lugares que dos milenios atrás presenciaron los acontecimientos de la Segunda Guerra Púnica, en escenas filmadas en las montañas alpinas, Sicilia y Túnez. Así, vemos representados el templo de Moloch en Cartago, el asedio de Cirta, el uso de las armas de Arquímedes en el sitio de Siracusa, entre otros hechos históricos… en medio de un drama que nos relata la historia de una niña de padres patricios sicilianas que por jugarretas del destino es conducida a Cartago, salvada con las justas del sacrificio infantil y criada junto a Sofonisba, para compartir posteriormente su hado en Numidia. Al final, terminaría desposándose con el hombre que la rescatara de niña…
Los italianos, mucho antes de la fundación de Cinecittá, fueron los creadores del cine épico. En realidad, el cine peninsular nació con el arribo de un tren a la estación de Milán y en sus primeros años se limitó a abordar temas documentales, como en casi todo el mundo. Sin embargo, a inicios del siglo XX, la añoranza de las viejas glorias imperiales hizo mella en los directores y paulatinamente fueron surgiendo peliculitas que constituyeron el prólogo de las llamadas “súper producciones”: “Los últimos días de Pompeya” de Arturo Ambrosio (1905), “Jerusalén Libertada” de Guazzoni (1911), “Espartaco” de Pasquali (1912), “¿Quo Vadis?” (1912) y “Marco Antonio y Cleopatra” (1913), también de Guazzoni. Pero entre todas, sería “Cabiria” la de mayor significación en el primitivo cine italiano.
Comúnmente se ha creído que la colaboración del ultra nacionalista poeta Gabrielle D’Annunzio fue vital para la consumación de esta obra, pero en realidad se limitó simplemente a aprobar el guión y a escribir los intertítulos basándose en aquél, estampando finalmente su firma por una retribución de 50,000 liras. Junto a Pastrone, el gran mérito del éxito de esta película fue el operador aragonés Segundo de Chomón, ya muy acreditado en trucajes en la primera década del siglo. A la implementación de escenarios colosales y contratación de cientos de extras, junto a un vestuario estupendo y un estudio muy pormenorizado de las costumbres de la época, se añadió la toma de vistas con movimientos de cámara mediante un carrello patentado por el director en 1912. Dichos travellings eran aún muy lentos y tímidos, pero fueron toda una novedad y un gran aporte para el desarrollo de la industria del cine. Además, su misión fue principalmente descriptiva, es decir, evidenciar ante el público los fastuosos decorados, la meticulosa escenografía y la arquitectura clásica muchas veces enmascarada. El cine italiano nacía orientándose hacia la organización arquitectónica del espacio… y muy pronto Griffith lo estudiaría detenidamente para viabilizar una de sus mayores obras dos años más tarde, Intolerancia.
Chomón intervino a su vez en los efectos de luz con reflectores y pantallas, que tienen una impresión notable en las escenas del sacrificio a Baal y el incendio de la flota romana gracias a los espejos de Arquímedes, y en las tomas del palacio numidio, todo con la sola razón de conmover al público. A los actores se les exigió dejarse crecer la barba para que la sensación fuera lo más realista, un punto en el que Pastrone acertó de lleno. Por último, otra contribución constituyó la creación de un personaje multifacético, el esclavo Maciste, de la mano de un actor que tomaría ese rol de por vida. Bartolomeo Pagano trabajaba en un muelle pesquero en Génova, donde el director lo encontró y lo seleccionó debido a su musculatura. Tal fue el carisma del personaje, que hasta 1926 el mismo Pagano representó al fornido héroe en 27 películas, en las cuales podía aparecer incluso en cualquier lugar o época del mundo. Después de la muerte del actor en 1947, la estrella fue revivida en los 60’ para 25 películas más, esta vez personificada por diversos actores.
Cabiria fue la gran obra del primer cine italiano, aunque no la única. Frente a la omnipotencia de las súper producciones, algunos directores se sumergieron en los dramas naturalistas, donde se contrastan ambientes opulentos y humildes, como una premonición al neorrealismo de mitad de siglo. Surgieron asimismo algunas divas, pero desafortunadamente este tipo de cine no podía competir con las empresas colosales al estilo de Pastrone o con las que ya desarrollaban las gigantes corporaciones de Hollywood. La entrada en la Gran Guerra en 1915 supuso un derrumbe en la industria nacional, que se vio socavada con más fuerza al instalarse el fascismo en el poder (el mismo Pastrone apenas rodó algunos filmes más, hasta retirarse en 1924; moriría en Turín en 1959). El régimen de Mussolini restringió diversos temas y sólo quedan en los archivos obras mediocres que cerrarían la etapa muda y abrirían la sonora, hasta producirse el radiante renacimiento desde las cenizas al término de la Segunda Guerra Mundial. Fellini, quizás el mayor director italiano de todos los tiempos, le rendiría un homenaje a la obra maestra de Pastrone cuando en 1957 sacara a la luz Las noches de Cabiria.

   


Ficha:
Duración: 123 minutos 
País: Italia
Género: Cine épico
Director: Giovanni Pastrone (1883 – 1959)
Reparto: Carolina Catena (Cabiria de niña), Lidia Quaranta (Cabiria), Gina Marangoni (Croessa), Umberto Mozzato (Fulvio Axila), Bartolomeo Pagano (Maciste), Dante Testa (Karthalo), Raffele di Napoli (Bodasoret), Italia Almirante-Manzini (Sofonisba), Vitale di Stefano (Masinisa), Enrico Gemelli (Arquímedes).

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