23 de noviembre de 2013

BAJO LOS TECHOS DE PARÍS - 1930

Los techos, París, Francia, la música... René Clair ya nos impresionaba desde el alba del cine sonoro con las formas que caracterizarían su obra, llenas de comicidad y traiciones, pero exponiéndonos la vida tal como es...

    

El París de la primera postguerra se nos presenta de forma majestuosa y realista. La vida bohemia está en todas partes, pero sobre todo la música, que nos recuerda desde la apertura del filme que ya estamos en la era sonora. Los techos de la ciudad irrumpen para dar lugar a un callejón en donde los vecinos se han reunido a cantar en torno a Albert, desempleado que vive de su música y que brinda algo de alegría a una comunidad agobiada por la crisis. De repente, la música se acaba y parecería que hemos retornado a la época muda, presenciando cómo los dos protagonistas se conocen e inician una historia de amor muy exótica, pero intensa. El gran director René Clair deja muy en claro con esos altibajos mudos y sonoros, que en realidad no confiaba del todo en el diálogo, creyendo que éste le iba a quitar expresión artística a los personajes. Por el contrario, sí supo aprovechar con creces el empleo de la música y los sonidos individuales de las personas, por encima de la voz. 
En realidad, Clair estaba esencialmente experimentando con el sonido más que buscar una fluida sincronización con las imágenes. Las canciones y los frecuentes sonidos de acordeón parecen ser la antesala de los musicales, al tiempo que las conversaciones sirven para reemplazar los intertítulos, porque son principalmente introductorios a las escenas aún silentes. Muchas veces las vemos a través de sombras, entre una ventana semiabierta o detrás de los cristales, clara evidencia de una época que se resistía a desaparecer. No obstante, en algunos aspectos Clair utiliza únicamente el sonido para no chocar con los prejuicios morales de la época, como cuando vemos a Pola y Albert en su primera noche juntos con las luces apagadas, apenas escuchando algunos inocentes sonidos.
La historia es simple y compleja a la vez. Un triángulo (o cuadrilátero) amoroso, en el que la ingenua Pola es seducida por tres hombres, el cantante y protagonista Albert, que terminará en prisión por enfrentarse al otro seductor, el gángster Fred. Louis, amigo del primero, se encargará de ella mientras Albert está encarcelado, pero al final se enamoran y se queda con ella, todo en medio de escenas cómicas y dramáticas, así como alguna que otra secuencia que nos traslada a las primigenias historias mafiosas de los Estados Unidos. Mas no sólo eso. Estamos ante una vívida imagen del París de la primera postguerra, justo en el punto intermedio de la misma, ad portas de la gran crisis económica que se avecinaba. Clair expone únicamente los barrios populares y una clase media empobrecida que debe emplearse de cualquier forma, ya sea vendiendo canciones o traficando alcohol. 
Y así, como empieza, todo acaba en este peculiar película que nos enseña lo complejo que puede ser el corazón de los seres humanos y lo complicadas que resultan ser las relaciones amorosas. Unos pierden, otros ganan, otros se pelean y luego se amistan, pero al final la vida continúa...

  


País: Francia
Duración: 95 minutos
Director: René Clair
Reparto: Albert Prejean (Albert), Pola Illery (Pola), Edmond Greville (Louis), Bill Bocket (Bill), Gaston Modot (Fred).

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