King Vidor, tras su gran éxito en The Big Parade (1925), se lanza a la crítica social en vísperas de la Gran Depresión, anticipando al neo-realismo italiano...
Johnny Sims ha nacido un 4 de julio y ello lo marcará toda su vida: está obligado a ser alguien porque todos se lo predicen. Sin embargo, la realidad es muy distinta y su suerte no parece sonreirle con la muerte de su padre. Convertido en un anónimo trabajador en la gigantesca New York, un día parece rozarlo la felicidad cuando conoce a Mary, la hija de su amigo Bert; se le declara esa misma noche en un parque de diversiones y al poco tiempo se casan. Es memorable la escena del primer beso, que ella acepta gustosa para luego decirle: "No debería dejar que me beses"; todo un reflejo de lo superficial de sus vidas en el mundo moderno, pero aún con unas reglas morales presentes. El matrimonio tiene sus altibajos, aunque parece estabilizarse con la llegada de un bebé. Sin embargo, la pérdida de su trabajo hace recordar a John el "destino" que la vida le aguardaba, y procede a buscar algo diferente, si bien pronto deberá renunciar a los mejores puestos para tentar ya lo que sea que le proporcione algún ingreso (incluso intenta posar de payaso callejero, profesión de la que antaño se había burlado). Finalmente, luego de haber incluso pensado en suicidarse (cambia de opinión cuando su hijo le dice que de grande quiere ser como él) se resigna a que no puede ir contra la corriente (the crowd) y en un final feliz, retorna al anonimato.
Muy buenas actuaciones del protagonista James Murray y Eleanor Boardman (en ese entonces esposa de Vidor), a quienes siempre se les ve con suma naturalidad. Los intertítulos no son muchos, pero las frases son lapidantes, e incluso en algunos casos están incompletas, para que la audiencia las complete a partir del lenguaje corporal que sigue. Los cambios del cabello son cruciales en este aspecto: bien arreglado cuando el personaje está feliz y maltratado cuando sufre. Los movimientos de cámara tampoco abundan, pero las tomas cortas en los momentos de amorío de la pareja brindan un carácter especial: quizás el director nos quiere decir que lo bonito pasa rápido, mientras que los momentos tristes y preocupantes parecen durar siglos... El juego de luces es otro factor importante, con reminiscencias del expresionismo alemán ya casi desaparecido, como por ejemplo cuando John regresa al hogar después de una noche de juerga con su amigo y dos mujeres desconocidas. Tampoco debe despreciarse la música, frenética dentro de las alteradas escenas en la bulliciosa Nueva York... mucho más lenta y pesada cuando el personaje se desliza por oscuros callejones en las noches. En las escenas diurnas tranquilas, el sonido se torna más suave y casi ni se le siente.
El comentario social en The Crowd está presente desde la introducción: la cámara nos muestra los rascacielos neoyorquinos, se centra en uno de ellos, penetra por la ventana para presentarnos a docenas de trabajadores semejantes a hormigas y finalmente se acerca a uno de ellos, que no es otro que John Sims. El individuo se mimetiza entre la multitud y el anonimato es el que impera, el ascensorista trata a todos como si fueran el mismo y todos ellos parecen estar conformes simplemente con su ingreso respetable y su consumismo. La publicidad parece serlo todo. En fin, el retrato de una prosperidad falaz y efímera, tal como lo demostraría el Jueves Negro un año más tarde. Las preocupaciones de John giran alrededor de aquel tema, de querer salir del conformismo y ser alguien diferente, pero entonces se ve sofocado por la marea que nada en su contra... y una vez más el conformismo lo derrota, aunque le dé la felicidad en un final que resulta algo paradójico.
Las costumbres norteamericanas de los años 20' están patentes por todas partes, más allá de lo negativo. Episodio espectacular es el del viaje de la pareja a las cataratas del Niágara, en donde por primera vez comparten una cama y hasta requieren de un manual de viajes, dando a entender que éstos sólo solían ser privilegio de las clases altas, y que recién en los albores del siglo XX dicha realidad estaba cambiando. En fin, al igual que en Sunrise, la cuestión central es la búsqueda de un sentido a la vida humana. Murnau lo delimita a la vida interior de pareja casi ajena al cosmopolitismo... acá se trata de sobrevivir en medio de un hormiguero de metal.
País: Estados Unidos
Género: Drama
Duración: 104 minutos
Director: King Vidor (1894-1982)
Reparto: Eleanor Boardman (Mary), James Murray (John Sims), Bert Roach (Bert), Estelle Clark (Jane), Freddy Burke (Junior), Alice Mildred (hija).
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