12 de marzo de 2012

SIETE OCASIONES (1925)

“… y ahora… ¿a cuál de la lista debo pedirle matrimonio?”


File:Keaton Seven Chances 1925b.jpg          

Una comedia no tan ambiciosa como Sherlock Jr., El Navegante o El General, pero sinceramente deliciosa, con gags muy ingeniosos y una escena final sumamente frenética, algo parecida a muchos de los finales de las películas de Keaton. Una vez más, con su rostro serio pero a la vez jocoso, Buster representa a un joven tímido llamado Jimmy al que las estaciones lo superan mientras se atreve a declararle su amor a su querida Mary. Finalmente, cuando lo hace, ésta lo rechaza porque cree que sus motivaciones son meramente materialistas: estar casado antes de las 7 pm del día de su cumpleaños para poder cobrar una herencia de 7 millones de dólares. Abatido, comienza a pedirle matrimonio a cuanta mujer se le cruza, recibiendo a cambio risas y repulsas. La situación se complica más cuando su amigo Billy publica en el periódico todos los detalles relativos a la boda y al dinero, lo cual suscita que una avalancha de solteronas y viudas acudan a la iglesia a casarse con el inocente Jimmy. Éste debe iniciar entonces una carrera para librarse de las desaforadas y despechadas mujeres, al tiempo que debe apresurarse para llegar a casa de su novia, quien habiendo cambiado de opinión, lo espera para casarse.
Una historia con diversos matices. En primer lugar, el absurdo está presente en todo momento, desde que un misterioso pariente hereda a casi un desconocido una suma astronómica con una condición casi irracional. Los relojes con hora distinta en la relojería que no le permiten a Jimmy conocer cuánto falta para las 7 pm, o la mujer que confunde con maniquí y el maniquí que confunde con mujer, son otros dos ejemplos inusitados. El tema del paso del tiempo también está presente en dos partes diferenciadas: al comienzo transcurre pausadamente y podemos ver como pasan las estaciones (el dálmata que va creciendo pausadamente es un ejemplo muy ocurrente al respecto) o como el protagonista se toma su tiempo en pedirle la mano a las muchachas conocidas del club; luego, todo se vuelve impetuoso y vemos a un jovencillo que no sólo escapa de una manada femenina, sino que paralelamente debe alcanzar su destino con Mary. Precisamente en la primera parte los gags son poco frecuentes, cosa muy distinta a la segunda, en donde la rapidez de las escenas incluso nos impide apreciarlos plenamente. El mismo tiempo, tal como ocurre al final de La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne, nos juega a todos una dulce pasada: Jimmy parece haber fracasado por segundos, pero en verdad, el reloj de la casa de su novia está adelantado. Un tercer punto, no menos importante, es el tema lírico-amoroso: Jimmy es rechazado y con su singular hermetismo, es capaz de transmitirnos toda una tristeza que va más allá del simple hecho de no poder cobrar una herencia.
Buster toca el tema del matrimonio a su estilo, pero una mirada más profunda nos advierte de una dura crítica a las costumbres de los años 20’. Su propio personaje se coloca en ridículo cuando, incapaz de declararle su amor a Mary durante más de un año, corre veloz a hacerlo cuando se trata de conseguir un dineral. A continuación, esa misma desesperación monetaria lo convierte en el hazmerreír de todas las chicas guapas del club de las que intenta obtener una respuesta afirmativa. Finalmente, en la desatinada secuencia de la convocatoria de “novias” en la iglesia, vemos a cientos de mujeres que acuden en tropel por puro interés, pero que al descubrir que todo había sido un ensarte, se sienten “engañadas” y persiguen al pobre Jimmy. A diferencia de la mayoría de filmes de la época, acá las mujeres son el elemento fuerte, decidido, devastador, que parece arrasar con todo: invaden un tranvía, dejan en el suelo a todo un equipo de fútbol americano, derriban un muro, utilizan una máquina constructora y se organizan magistralmente (pese a su inmenso número) para cortarle el paso a su víctima al otro lado del monte. Es precisamente al final de esta secuencia, en el punto álgido de las clásicas persecuciones de las realizaciones de Keaton, cuando el genial director y actor improvisa la escena de las rocas rodantes, las cuales, con sus pomposas dotes acrobáticas, esquiva para que continúen cayendo rumbo a sus perseguidoras, de las que finalmente se libra. Y quizás éste sea uno de los puntos fuertes de toda la filmografía de Buster Keaton: siempre encuentra una forma original para salvarse de sus rastreadores…

   

Ficha:
Duración: 56 minutos 
País: Estados Unidos
Género: Comedia
Director: Buster Keaton (1895 – 1966)
Reparto: Buster Keaton (Jimmy Shannon), Roy Barnes (Billy Meekin), Snitz Edwards (abogado), Ruth Dwyer (Mary Jones), Frances Raymond (Sra. Jones).

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