20 de octubre de 2011

HAMLET (1921)

Shakespeare, princesas varoniles, movimientos feministas, depresión alemana de postguerra... múltiples factores que se conjugaron para lanzar a la fama definitiva a Asta Nielsen, una de las pioneras en el mundo de las actrices.

   

La egipcia Hatsepsut debió ser la reina más famosa de la Antigüedad por aparentar ser un hombre y poder alzarse en el poder y gobernar un imperio… barba postiza, cabello casi rapado y toda una indumentaria masculina fueron solo algunas de las características exteriores que esta mujer debió plasmar para cumplir su cometido antes de ser derribada por su hijastro Tutmosis III. Dicen que la princesa asiria Semíramis, algunos siglos después, profesó acciones similares en el trono asirio. Y los ejemplos abundan en la Edad Media, teniendo como ejemplo a reinas merovingias e incluso en Roma, la leyenda de la Papisa Juana es un fiel reflejo de historias de mujeres que tenían que disfrazarse de hombres para poder ejercer el mando. La Modernidad no estuvo exenta de ellas, y así tenemos a Cristina de Suecia que vestía como rey… e inclusive Isabel I de Inglaterra, quien asumió ciertos caracteres varoniles. Las últimas emperatrices de la China no se quedaron atrás. Por todo ello… ¿no habría sido posible que el príncipe Hamlet hubiera sido en realidad una mujer, tal como el filólogo norteamericano Edward Vinning sostuvo a fines del siglo XIX? Al fin y al cabo, los personajes mejor desarrollados de Shakespeare solían ser femeninos.
Ya en 1900 Hamlet había sido representado por la actriz Sarah Bernhardt en la pantalla grande, pero se requería a una genialidad en la actuación para encarnar a aquel excéntrico heredero con una doble bipolaridad: la ya conocida entre la racionalidad y la locura, a la que se debía añadir la alternancia de género. He allí que tenemos como resultado a una actriz de alto nivel capaz de pensar como príncipe que defiende sus derechos y a la vez como una mujer perdidamente enamorada, que no duda en seducir a una persona de su mismo sexo (Ofelia), a fin de evitar que se fije en su verdadero pero imposible amor (Horacio). Vemos entonces a una Asta Nielsen que engaña a todos aquellos que la acompañan en el filme y desconocen su verdadera identidad, pero que frente al público del siglo XX se muestra tal como es en realidad. Así, el director es capaz de expresar las verdaderas intenciones del dramaturgo inglés, siempre deseoso de establecer una ardua, directa y manipulativa comunicación con el espectador, pero empleando de forma notable los recursos cinematográficos, en especial los primeros planos… sabemos que con ellos “Hamlet” se esconde de quienes la/lo rodean, pero no de nosotros. Podría afirmarse entonces que Gade cumple con el mayor propósito que plantea la simbiosis Shakespeare-cine, mas Nielsen le es de gran ayuda gracias a su magistral capacidad de asumir las más diversas conductas y emociones en todo momento.
Otro tema, que de algún modo se toca sutilmente, es el de la liberación femenina. Vemos a una actriz besando a otra y nos percatamos por la escena final que en realidad Horacio siempre estuvo enamorado de quien creía ser un hombre. Más que tocar el tema de la homosexualidad, en la Alemania gobernada por la social democracia y que se encaminaba hacia la peor de las crisis económicas de la primera post-guerra, imperaba la idea de un liberalismo social general, especialmente por la situación que se vivía, a lo que se sumaba la depresión de la derrota bélica y las inquisitorias medidas impuestas por los Aliados en Versalles. De todas formas, la cuestión de la independencia feminista constituía un movimiento ya válido desde fines del siglo anterior y poco a poco la mujer comenzaba a integrarse ya no sólo en el mercado laboral, sino también en el mundo de la política.
Casualmente, la actriz danesa Asta Nielsen invocaba al tipo de mujer independiente de la nueva sociedad europea. Habiéndose iniciado en el teatro, se consagró en el cine en “Hacia el abismo” (1911), dirigida por el escritor Urban Gad que luego sería su marido. Ya desde allí la vemos contraviniendo a los estándares sociales, realizando payasadas para expresar ironía, así como fumando, bebiendo y visitando clubes nocturnos. Así continuó con Gad en el cine danés hasta que ambos se mudaron a Alemania en 1914; algunos años más tarde, en 1920, comenzó a trabajar también como productora. En suma, trabajó en más de 70 películas hasta su retiro en 1932, aparentemente no satisfecha con el cine sonoro. Regresó a su país en 1937 para retornar al teatro, pero al término de su carrera se retiró definitivamente. Murió en Copenhague en 1972 y puede ser considerada, aparte de una intérprete genial, una de las primeras femme fatale de la historia del séptimo arte.

   

Ficha:
Duración: 135 minutos 
País: Alemania
Género: Drama
Director: Sven Gade (1877 – 1952)
Reparto: Asta Nielsen (Hamlet), Fritz Achterberg (Rey Fortinbras), Mathilde Brandt (Reina Gertrudis), Anton de Verdier (Laertes), Lily Jacobsson (Ofelia), Hans Junkermann (Apolonio), Heinz Stieda (Horacio), Eduard von Winterstein (Claudio).

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