5 de septiembre de 2011

THE SHEIK (1921)

La fascinación del mundo árabe siempre ejerció una poderosa influencia en Occidente, lo cual inspiró desde los primeros días del cine a muchos directores para diseñar decorados exóticos... y a la vez eróticos... en donde ocurrían historias casi quiméricas en ambientes en los que el desierto parecía ser el principal protagonista.

File:The Sheik Poster 1921.jpg   

George Melford apeló a las clásicas historias arabescas y decidió llevar a la pantalla grande la novela de Edith Maude en la que una mujer occidental (Diana Mayo) rebelde, desesperanzada frente a la vida matrimonial y que ha optado por llevar una vida frívola en la perdida ciudad argelina de Biskra, en el África Occidental Francesa. Pronto descubrirá que el Sheik Ahmed Ben Hasan, quien es otro personaje algo sórdido y que considera que toda mujer sobre la que pone el ojo le pertenece, se ha fijado en ella y que utilizará una treta para capturarla y llevarla a vivir consigo casi como si fuera su esclava. Sin embargo, pronto la semilla del amor crecerá entre ambos y tendrá como vibrante remate un emocionante rescate de la raptada Diana de las garras del bandido Omar.
Rodolfo Valentino encarna de manera magistral el papel que lo hizo más famoso. Notable la escena en la que irrumpe en su habitación dispuesto a seducir violentamente a su cautiva, pero al verla arrodillada y enjuagándose las lágrimas en el lecho, repentinamente se enternece y desiste de estar con ella, retirándose sin llamar su atención para proceder a ordenar que sea bien atendida en todas sus necesidades desde aquel momento. Los cambios expresivos del actor son inmejorables y una vez más el “latin lover” encantador y atractivo se convierte en el joven embelesado que se rinde ante el amor por una sola mujer. Igualmente notable la actuación de Menjou, que nuevamente lo vemos personificando a un hombre apacible y centrado, que aconseja sabiamente a los dos amantes, a pesar que él ya ha comenzado a amar a Diana (algo similar y en un lugar muy parecido, ocurrirá con este actor y Marlene Dietrich en “Marruecos”, 1930).
Las escenas de exteriores, que fueron rodadas en California, reproducen fielmente el desierto del Sahara, no así las costumbres del mundo árabe. Melford exhibe una Argelia en la que se olvida que ya existía una importante presencia turca y las costumbres de la vida en tiendas del Sheik asemeja más a la península arábiga que al norte de África. Otro aspecto negativo es que los árabes son expuestos con caracteres negativos, casi primitivos, como si se tratara de una historia que ocurre a fines del I milenio y no en los albores del siglo XX (el director debió modificar algunos aspectos, aclarando que en realidad Ahmed era hijo de un inglés y una española, quizás porque habría resultado escandaloso que una dama europea contrajera nupcias con un árabe). Los occidentales aparecen como víctimas discriminadas en las ciudades norteafricanas, mientras que las mujeres se encuentran muy por debajo en la escala social, lo cual no siempre era cierto en el amplio mundo musulmán. Asimismo, la energía de galanteo que se le atribuye a Ahmed, distaba mucho de la realidad con referencia a los auténticos jeques árabes, quienes prácticamente no tenían un contacto más que sexual con las mujeres que les eran ofrecidas. Una visión fantasiosa que la audiencia femenina norteamericana y europea se tomó muy en serio, al punto que los viajes a los países del Medio Oriente se incrementaron, con las ansias de encontrar un jeque o príncipe agraciado.
De todas formas, debe tomarse en cuenta que el objetivo de la película no es tanto la autenticidad, sino más bien el estímulo de la fantasía sexual, aunque claro está, moderada por los cánones de la época (las escenas de violación naturalmente no fueron filmadas). A este tipo de fantasía se suma la del cuento de hadas, cuando vemos aquellas caravanas que surcan el inmenso desierto y todos esos ajuares dentro de la tienda del Sheik; incluso los intertítulos tienen como fondo dibujos que uno podrían jurar que habían sido extraídos de una edición ilustrada de “Las Mil y Una Noches”. Otro objetivo de la obra podrían considerarse el hecho de mostrar la victoria del género masculino, pues al final es Ahmed quien ve cumplido su más profundo sueño de seducción, sin importar el haber quedado realmente prendado de Diana.

    

Ficha:
Duración: 80 minutos 
País: Estados Unidos
Género: Aventura
Director: George Melford (1877 – 1961)
Reparto: Rodolfo Valentino (Sheik Ahmed), Agnes Ayres (Lady Diana), Adolphe Menjou (Raoul), Lucien Littlefield (Gastón), Frank Butler (Sir Aubrey Mayo), Walter Long (bandido Omar).

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