14 de agosto de 2011

LAS DOS TORMENTAS (1920)

"Esta historia no ocurrió en ningún lugar, pero la vemos en todas partes. Esta historia nunca sucedió, y sin embargo no deja de suceder".
                              
  

Con las palabras del encabezado se abre una gran película del maestro cineasta Griffith, ya en tiempos en que sus obras maestras de mediados de los años 1910' estaban siendo dejadas en el pasado con el inicio del cine expresionista alemán y la cómica magia de Chaplin.
La historia puede ser muy corriente. La mujer pobre, cándida y piadosa (encarnada a la perfección por Lilian Gish) debe acudir del campo a la ciudad a recibir apoyo económico de parte de unos parientes que la miran por encima del hombro. El hijo de un magnate, caprichoso y mujeriego, se aprovecha de su ingenuidad, formaliza un matrimonio falso e incluso la embaraza. Al final le confiesa todo, cuando ella ya está de regreso en el campo… y es entonces cuando se inician sus desgracias. Fallece su madre, el bebé enferma y muere, la sociedad del pequeño pueblo la percibe como una “mala madre sin marido” y ya sin nada aparte de un maletín, camina solitaria por el campo para ser acogida por una familia campechana. Ya allí conoce al verdadero amor, pero antes deberá enfrentar su pasado con todos sus mal entendidos, luchando contra la hipocresía, el conservadurismo y la intolerancia (un tema siempre hurgado por Griffith). A diferencia de “Lirios Rotos”, esta vez tenemos un final feliz con tres matrimonios… casualmente, la pareja de la película anterior, Gish y Richard Barthelmess, esta vez consuman su felicidad.
La película recibió muchas críticas por el mensaje que el director aparentemente quiso esbozar: el enfrentamiento entre la moral bíblica (representada principalmente por el mundo rural y la mujer) y la amoralidad existente en los Estados Unidos de inicios del siglo XX (presente en las ciudades y en los hombres). En esta historia, es la moral judeocristiana la que termina imponiéndose, presentándonos un mundo utópico en el que todo finaliza de manera ideal. Ciertamente hay una falta de realismo, a lo que podemos agregar la clásica secuencia final de acción (típico de Griffith en el término de sus filmes), cuando vemos al galán (Barthelmess) saltando de hielo en hielo en un río semi congelado, pero debemos admitir que para los efectos especiales de 1920, se trata de una escena muy bien lograda… y asimismo memorable cuando vemos a Gish inconsciente en uno de esos “pasteles” de hielo, todo un cliché de la época. En realidad, puede concluirse que principalmente en esta sección final del film, Griffith decidió acudir parcialmente al cine sueco, al emplear escenarios naturales para subrayar el efecto dramático de la acción (lo cual se nota asimismo en la caminata solitaria de la protagonista en busca de trabajo).
En segundo lugar, la obra significó la consolidación definitiva de Richard Barthelmess en la pantalla. Neoyorquino de una familia de actores, incursionó en el cine en 1916 y a los pocos meses fue descubierto por Griffith, quien no tardó en incorporarlo como el héroe de las hermanas Dorothy y Lilian Gish; esta última llegó a afirmar que era el hombre más hermoso que había visto actuar en toda su vida. Su característica sensibilidad alcanzó cotas inimaginables en “Lirios rotos”, pero su aventurado y arriesgado rescate en “Las dos tormentas” le valió ingresos mucho más valiosos y la oportunidad de establecer su propia compañía de producción, Inspiration Pictures. Allí, con King Vidor como director, actuaría en su obra cumbre “Tol’able David” (1921) cuando se decía que recibía cientos de cartas de fans cada mes.
Un film que entretiene de comienzo a fin, con escenas cómicas que Griffith sabe emplear para equilibrar la balanza frente al abatimiento de la protagonista. El director captura la belleza de los escenarios de tal forma que los convierte en maravillosos e idílicos, si bien pueda criticársele el arduo deseo de brindar un mensaje moral que resulta muchas veces contradictorio: la mujer se supone debe ser el símbolo de la pureza, pero allí vemos a las primas envidiosas y soberbias, así como a la campechana chismosa; por otro lado, Barthelmess es el hombre valiente y correcto que en nada se parece al disoluto Lennox. Finalmente, desde el punto de vista técnico, sí es de lamentar la carencia de ideas originales del director, quien ya estaba entrando al punto de inflexión. Sus grandes creaciones de la década anterior ya constituían la norma en la industria de esos años, pero los aportes específicos de la posteridad ya no le correspondían a él, quien estaba cayendo en la repetición e incluso en ciertas cuestiones retrógradas. Incluso así, su carrera no estaba aún concluida.

   

Ficha:
Duración: 145 minutos 
País: Estados Unidos
Género: Drama
Director: David Wark Griffith (1875 – 1948)
Reparto: Lilian Gish (Ann Moore), Richard Barthelmess (David Bartlett), Lowell Sherman (Lennox), BurrMcintosh (Squire Bartlett), Kate Bruce (Mamá Bartlett), Creighton Hale (Profesor), Emily Fitzroy (Maria Poole).

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