Una imagen vívida sobre el primer gran conflicto mundial: las trincheras, las explosiones, la muerte por doquier, la falsa propaganda...
Una película de guerra, pero netamente anti-bélica. En 1930 aún no se vivía un nuevo ambiente de guerra mundial, pero ciertamente no había desaparecido del todo la norma general de emplear la violencia antes que la diplomacia para solucionar los conflictos entre estados. Razón suficiente para que esta película fuera criticada como una forma de desmotivar al heroísmo y a la lucha por la patria. Por otra parte, el hecho que el director Lewis Milestone hubiera elegido como protagonistas a soldados alemanes, fue un punto en contra para el éxito de su producción y para que fuera prohibida su proyección en diversos países. Aun así, el filme es hasta la actualidad una pieza clave en la historia del cine bélico, y podría decirse que en la historia del cine en general.
En Sin Novedad en el Frente todavía se perciben rasgos de la era muda, pero en diversas escenas estrictamente bélicas el empleo del sonido ya marca un hito cuando percibimos claramente que cada explosión está relacionada a la muerte. Pero no sólo eso, porque los discursos persuasivos del maestro de escuela, las órdenes del sargento, las conversaciones en torno a los causantes del conflicto, los gritos desesperados pidiendo auxilio, el motor de los aviones, el crepitar de las bombas y el fuego de las ametralladoras... todos elementos que en su conjunto crean un ambiente de guerra de un modo tal que el cine mudo no había podido lograrlo. Los rápidos movimientos de cámara son también cruciales, al tiempo que la adaptación de la novela de Erich Maria Remarque es muy fidedigno. La fotografía no se queda atrás para combinarse genialmente con la edición sonora. Pueblos semi destruidos en medio del humo por donde marcha una soldadesca cansada de ver siempre lo mismo, hoyos que sirven de refugio cubiertos de barro en donde los soldados, como ratones asustados, simplemente esperan que las explosiones se sucedan y se sucedan, o llanos borrosos por donde corren inexorablemente los combatientes, cayendo gran parte de ellos. Escenas en las que la audiencia parecería estar allí mismo, compartiendo con los personajes todos los sinsabores de la matanza.
El contenido, no obstante, no está orientado hacia el heroísmo o a ensalzar a algún determinado personaje. El aparentemente más importante es el joven Paul Bäumer (interpretado por el entonces poco conocido Lew Ayres), quien se convierte quizá en el soldado prototipo de la Gran Guerra. Parte al frente en 1914 lleno de expectativas e ilusiones, creyendo tontamente (como todos) que la lucha habría acabado para fin de año. La felicidad continúa en el campo de entrenamiento, pero en las trincheras encontrarán una vida que nadie les había comentado, azotada por el hambre, el miedo, la desesperanza, el perenne temor a la muerte que está presente en todas partes, la agonía previa al deceso y hasta la locura. Ciertamente se vuelven más fuertes por fuera, pero sus almas ya se hallan en un estado completo de atormentación. A la alta oficialidad poco le importa esto, porque siempre tiene a la mano nuevos jóvenes que, como los anteriores, están igualmente dispuestos a ofrendar sus vidas con alegría. Pero Bäumer, quien extrañamente sobrevivirá casi hasta el final de la guerra en 1918, va descubriendo paso a paso lo absurdo e irracional de toda esa carnicería, sobre todo cuando comparte algunas palabras con un soldado francés poco antes de verlo morir.
A partir de entonces la obra entra en una especie de lento epílogo, que se percibe con la cada vez más creciente confraternidad entre todos. Ya se han dado cuenta que no están de paseo y que en realidad han sido engañados por las autoridades y sus jefes; ya no interesan los objetivos militares, sino sobrevivir y dar algún sentido a la vida en ese "infierno". Además, el hogar no está muy lejos, lo cual lo experimenta Bäumer cuando se le concede permiso para retornar unos días a su pueblo, en donde con valentía se enfrenta a su viejo maestro y describe a los alumnos de la escuela los reales horrores del frente. Hay una historia de amor por allí, así como el dolor de la amistad perdida cuando el veterano amigo es alcanzado por una metralla cuando él Bäumer lo cargaba. Los recuerdos de la infancia estarán presentes en la última secuencia, con nuestro personaje principal extendiendo la mano para alcanzar una mariposa semejante a las que colecciona su hermana, poco antes de ser abatido por un enemigo escondido en una trinchera... la mariposa, símbolo de la belleza y la paz, sobre la mano muerta, es quizá el principal mensaje que Milestone nos otorga en esta obra maestra.
País: Estados Unidos
Director: Lewis Milestone (1895-1980)
Duración: 147 minutos
Género: Bélica
Reparto: Lew Ayres (Bäumer), Louis Wolhem (Katzcinsky), John Wray (Himmelstoss), Slim Summerville (Tjaden), Russell Gleason (Müller).